Yola en el siglo XXI
Hablar de televisión basura puede sonar algo arcaico a puertas de la segunda década del nuevo milenio, donde el streaming ha empoderado al espectador sobre lo que quiere y no ver.
Los noventas nos ofrecieron una televisión tan memorable como indignante. Hoy por hoy el espectro no ha cambiado mucho y me atrevería a decir que los formatos de talk show achorado se han multiplicado y esparcido por toda la señal abierta.
Y es aquí donde adapto el eterno dilema humano. Qué fue primero ¿El espectador morboso o los contenidos mediocres?
Desde hace varios años tenemos “El valor de la verdad”, un reality show que tiene como premisa, encontrar una cuota de ciudadanía honesta en el Perú, aunque finalmente el contenido dista del objetivo.
En lo que va de su trayectoria el programa no ha dejado de presentar a personajes de la farándula para que comenten con la “verdad” sucesos del rubro. Pero hay algo peculiar en las ediciones de octubre del 2019.
Si bien es cierto la sociedad ha cambiado mucho, un cambio que erróneamente llamamos liberalismo. Ahora hablamos de nuestra vida sexual con la tranquilidad de ser escuchados y no sentenciados por el moralismo cucufato.
Pero que pasa cuando un sujeto menciona que tiene un listado de modelos llamada “la agenda agostiniana” hecho que cosifica a la mujer, y más tarde por la misma señal escuchamos a una señorita normalizando públicamente su participación en una infidelidad y a continuación, volvemos al punto de la cosificación masculina mediante un olluco.
Es cierto que no hay punto de comparación estadístico frente a la desigualdad y maltrato de género, pero finalmente ¿esta es la sociedad igualitaria en respeto que todos queremos?
Cuando vi por redes la noticia de “la agenda agostiniana” creí que los colectivos pro derecho y respeto saldrían a hacer un pare, hecho del cual me sumaría porque creo que es algo transgresor e hiriente de ambas partes a la susceptibilidad del espectador, sin embargo, mi búsqueda no fue frutífera.
Por su parte, la mítica animadora Yola Polastri, se animó a hacer un comentario con un sesgo machista y quizás no coherente con nuestra visión actual. Pero si quitamos todo, encontraremos más o menos el corazón del mensaje: ¿Qué necesidad de exponer nuestra vida intima? Y no por un tema de honorabilidad, si no, por pudor propio. Que necesidad de nosotros de consumir la vida ajena e irrelevante de un personaje farandulero. Qué necesidad de regocijarnos en la miseria (y libertad) ética de un personaje.
En este preciso momento, la tendencia en Twitter es Yola, donde es criticada y vilipendiada por su opinión políticamente incorrecta como todo lo que nos gusta ver.